La Fundación Mano Unidas, A.C., hace más de 20 años que ha dado apoyo a los Tamaulipecos, se ha distinguido por apoyar a las mujeres, que han sufrido violencia familiar, toda vez que es muy importante cuidar el nucleó familiar dónde crecen los pequeños, que más adelante formaran una familia. Y es básico que la educación empiece en casa. Por lo que constantemente se les dan platicas y se canalizan a las autoridades competentes para que reciban el apoyo psicológico que es requerido para estos casos de violencia familiar.
En la zona industrial de Altamira, la Borreguera en Tampico y Las Flores en Ciudad Madero, son las colonias del sur de Tamaulipas donde más se generaron llamadas de auxilio al 911 para reportar casos de violencia familiar, de acuerdo con un reporte del Secretario Ejecutivo del Sistema Estatal de Seguridad Pública. Señala que en los últimos 12 meses, se registraron 20 mil 371 llamadas en la línea de emergencia por violencia familiar, de pareja, contra la mujer y atentados contra la familia. De ese total, 9 mil 882 corresponden a violencia familiar. El reporte señala que de los más de 20 mil reportes, en ocho municipios se generaron 19 mil 005 llamadas por esta causa. El ranking por municipio lo encabeza Ciudad Victoria con 3 mil 813, seguido de Matamoros con 3 mil 404, Reynosa con 3 mil 269, Nuevo Laredo con 2 mil 170, Altamira con 2 mil 159, Tampico con 2 mil 054, Ciudad Madero con 1,613 y El Mante con 523, el resto de los municipios acumulan 1,366 llamadas.
“Los niños y niñas no son víctimas solo porque sean testigos de la violencia entre sus progenitores, sino porque ‘viven en la violencia’. Son víctimas de la violencia psicológica, a veces también física, y crecen creyendo que la violencia es una pauta de relación normal entre personas adultas”.
Se entiende por violencia familiar cualquier acto que ponga en riesgo la salud física y emocional de una persona, mediante el uso de la fuerza o las amenazas.
Es, además, un problema social que afecta, sobre todo, a las poblaciones más vulnerables en función de su sexo, edad y condiciones físicas, entre las que se comprenden mujeres, niñas, niños, personas adultas mayores o con alguna discapacidad.
La violencia familiar no diferencia sexo, raza, edad o condición social; se produce en diversos escenarios de la sociedad. Un hogar que vive en un contexto cotidiano de violencia, donde el hombre agrede física o verbalmente a la mujer delante de sus hijos o hijas, va a convertir a estos últimos también en víctimas de esa violencia.
¿De qué manera afecta a los niños o niñas que crecen en un ambiente de violencia familiar? En primer lugar, va a perjudicar su desarrollo evolutivo a corto, mediano o largo plazo; inevitablemente les originará secuelas físicas, emocionales y psicológicas. Serán más vulnerables que aquellos que viven en hogares pacíficos.
Los niños y niñas afectados por la violencia ejercida por sus padres, pueden sufrir de insomnio, falta de concentración y escaso rendimiento escolar, enuresis, terrores nocturnos, falta de apetito, ira, depresión, estrés, ansiedad, entre otros.
El menor que presencia las peleas entre sus progenitores, reaccionará con violencia y sufrimiento movido por la angustia de ser parte del modo de actuar violento de sus padres. Muchas veces aprenden a reprimir sus emociones o necesidades, y a estar siempre alertas ante cualquier hecho que pudiera suscitarse en el hogar.
Los hijos e hijas de la violencia no siempre van a ser consecuencia de situaciones violentas en su hogar; el hecho de que sus padres no lleven una buena relación, tengan un trato frío; que compartan el mismo hogar, pero sin amor, y que no se separan por no afectar a sus hijos, puede ser igual de perjudicial para el niño o niña.
Si las parejas que sostienen una mala relación, son indiferentes o están separadas, se preocuparan del futuro de sus hijos e hijas, demostrándoles afecto, así sea por separado, los menores crecerían en una situación menos traumática; y de adultos procurarían modificar ese modelo de conducta al momento de formar su propia pareja.
Si bien no es una tarea fácil educar a un hijo; es importante proyectarse en su futuro evitándoles situaciones confusas de violencia y traumas emocionales; pues ellos, a la larga, son una proyección de lo que recibieron en su infancia.
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